miércoles, 22 de octubre de 2008

Rodrigo

Mi querido amor, las palabras se engrandecen a tu lado y el lenguaje que limitándome me atrapa de celos recuerdan el escenario de tu vida.

Mi querida estrella, si tu vida en desgracias, no sujeta con los dedos el destino, no atina a atrapar el fin ni a encontrar un camino recto; es por que aun el paso no es firme – porque aun los buitres salen desde tus adentros, porque aun son las plumas las que se pegan a las paredes las que atormentan lo bello ¿Por qué sabes algo? Lo bello hay que aguantarlo y mientras tanto puedes zurcir engaños, mantener estupideces, construir con arcilla un hijo y también ser valiente y sagaz. Eso hacen todos cuando caminan dentro de la maquina. Pero tu puedes contenerlo todo, esperar la belleza de probabilidades inmensas, con las uñas sentir las caricias de la naturaleza, contemplar los sueños cubiertos de líquidos suaves y recomenzar la experiencia de vencer los miedos y abrazar troncos de árboles.

Mi buen Rodrigo, tu nombre siempre nace de mi pena y mi alegría, de mis anhelos y mis sueños; de mis frustraciones y traumas; de mis esperanzas vacías y mi admiración – siempre de una esperanza azul que recobra un renacimiento que nunca ocurre. Y luego mis viajes ficticios que navegan hasta tu encuentro, llena de amor y abrazos para encontrarte y besarte los ojos y la frente, tomar las flores que esperándome en tu mano un día aparecieron. Tu abrazo que aprendió a abrazar, tu cariño que es solo mío y muere de celos cuando quieres a otra.

Nunca un alma se presento tan desnuda, nunca un hombre híbrido se quedó, jamás la vida me había reconfortado con un gemelo de dolor.
Mí amado Rodrigo, si te quedaras conmigo cuidaríamos nuestras falencias, dolencias, alegrías y vinos. Si mi palabra ayudara a tus confusiones y mis abrazos sostuvieran tus errores quizás las nubes serian de colores mas fuertes, la brisa mas tibia, las estrellas mas fugaces y el mar mas sonoro… un día el mar mismo, llegará hasta nuestros pies, podremos caminar con la calma que nos merecemos y, que bueno, tu ya tienes. Miraremos quizás puestas de sol, podemos ir a las rocas y no hablar mas.

Te doy mi silencio – de tu existencia en mí, nació un brazo y con él, la sensibilidad de la piel, la sensibilidad de los músculos y los huesos. Y con él tú otoño, tu sur, mi sol infinito.

Y sin que jamás nadie ose atraparte, mi fe se va contigo por lagos y quebradas, sin que jamás nadie te atrape, ni yo, ni mis pestañas. Sin que nada te abarque, ni una sola bufanda. Guárdame que yo ya te guardo dentro de mis contemplaciones, desde la ascensión al cosmos y en cuanto dejo de ser, para ser de nuevo… aparece tu ausencia que rellena mi extrañeza y tu presencia que en encantos revelan las hojas de mi pecho. Simplemente si te quedas conmigo estaremos lejos, y aun así sé que siempre estamos juntos y da lo mismo. ¿Sigamos omitiendo?

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