sábado, 16 de febrero de 2008

Querido caballero


cada vez que tu lengua petulante resbala por mi espalda
cada vez que algo se inmiscuye en mi pecho
cada vez que algo se pierde por mi falda, increpándome

la voz a las dos de la mañana despierta mi dormir y lo duerme
insidiosos los pasos del teléfono que sueña pero no despierta
no despierta y aun así te dice verdades entre tus drogas

por cada paso lento y colmado de tu insanidad
por cada beso pestilente y pedregoso de tu confusión
por cada penetración de tus audacias mal concebidas

me rajas la frente de una vez, por una entrada, por una visita
el abismo impenetrable de tu verdad, de tu ansiar, de mi necesitar
el sueño básico de algún día me querrás

tu mano en mi cuello luego de unos días se salud,
invade los recovecos más hondos de mis deseos
que caen por entre mis piernas

mi boca que en la mañana responde a tus ansiedades,
que te dice que te quiere y en realidad oculta el “solo para mí”
mis manos que ya sin lenguaje posible tratan de gritar el desesperado intento de tenerte de verdad por cinco miserables minutos

cuando tu frente se duerma en mi nuca, cuando mis ojos cesen de llorar
cuando mis decisión te diga “no mas”, cuando aprenda a ser mala
cuando te aprenda como mi mano otra vez y otra mas

y aunque esté lejos aunque apague todo lo que se encienda con tu presencia
aunque cierre mis piernas, aunque amarre mi boca, aunque tape mis oídos, el cordón umbilical, mis trompas de Falopio, el endometrio que en cada menstruación te menstrua

cada dolor de mi útero fecundado por tu temor, de tu odio, de tu torso, por la menta fría de tus tobillos
te sigo menstruando, día a día menstruo tu silencio, lo furtivo
me canso de tanto expiar violencia, miserabilidad, conformismo, desprecio, ociosidad, amaneceres que a ningún mendigo le hacen falta, los soles asquerosos como los gemidos nerviosos de un orgasmo adelantado, no prolongado, avergonzado

te guardo en mis manos ortigadas
llenas de tierra mojada al viento, rajadas
tratando de hacerte caber en las rendijas aniquiladas de mi corazón despedazado
besado, follado, violado, amado, forzado, dolido y cicatrizado.
Te guardo así por que ya no tengo como tenerte

Dos...


Hace tanto tiempo que no escribo que lo siento como algo completamente ajeno a mí, como tú a veces, un sujeto ajeno.
Todos mis cartas se dirigen a alguien a alguien hacia quien vuelan como una hojita de papel y sin embargo jamás llegan a su destino, jamás respetan mis decisiones iniciales porque terminan cediendo a la ultima, a la que les dice que no.
Fíjate que sigo negándome a las reflexiones, al mundo, ahora por que la situación actual siento que se deteriora, siento que me abruma de paso, ya no estoy llena de libros ni del polvo de ellos, ahora tengo a un hombre que se acuesta conmigo, un trabajo que me da un poco de dinero, sueños materiales y un olor a hombre costeño en los brazos. Sospecho un cierto perfume en el cual no estoy incluida y en el cual el no está, será por que no existe o por que aún no veo lo que está frente a mis ojos osados que quieren incesantemente separase del asfalto.
Ahora todo por lo que pude haber sufrido se derrumbó de pronto y a todos aquellos que causaron el sufrimiento del desapego los miro bajo mi estomago, no altaneramente, sino con un cariño casi maternal, digamos fraterno e inusual para quien se acuesta con sus compañeros, acurrucándose en sus manos quizás blancas y de pronto morenas, donde ponen su cabeza en mi espalda o su boca, en la que la amistad priva al “buenos días mi querida señorita” y donde el beso que despide se vuelve amargo y sin sabor luego lento se desvanece con el ajetreo de santiago polvoriento.
Luego los recuerdos de ti con guitarra, de ti con el piano, de ti con las palabras y los cigarros interrumpen mi día lo desquician y me vuelven una enferma esquizofrénica me hacen mujercita y luego poderosa y la verdad es que esto ya no tiene fin por lo que tampoco pide responsabilidades ni amor.