sábado, 12 de enero de 2008

Nos fuimos...

Te escribo sabiendo que lo leerás cuando ya esté todo bien, cuando mi cabeza esté fría y mis pensamientos calmos, siento que odio este mundo sin hacerlo, tengo la misma sensación en el pecho de cuando tenia mis amargos quince, de cuando jugueteaba a ser grande y con impotencia al final del día sabia que no lo era, que lo parecía solo por que un tipo de 17 me lo repetía.
Todo lo que queda en mi cajón a estas alturas es un puñado de presente, un esmalte de uñas a medio secar, unos guantes que trajeron del Perú, unos corchetes y la esperanza de alguna vez en mi vida saber que pasa, sigo con la incertidumbre que hace años escondí para que no la encontrara nadie, sigo con la rabia que guardé bajo las llaves de ahora mis nudillos cada vez que leía o me enamoraba. Al final de este día creo no tener certeza de nada, apagué mi celular en caso de que algún alma perdida me recordara… hoy no quiero ser recordada. Por primera vez en mi vida no quiero que nadie se acuerde de mí ni ser parte de sus conversaciones, ni de su anécdota divertida, ni de su pasado tenebroso, ni de algún llamado de alerta. Tengo miedo por que se que volveré al comienzo del cual escape para seguir no se si adelante. Cuando te recuerdo mi querido todo es mas calmo, claro está que es por que en ese tiempo desde el cual no ha pasado mucho, yo estaba demasiado bien, las flores eran mas flores y los colores mas nítidos, quizás si ahora estuviese enamorada estaría pensando en el o con el, y no martirizándome por estar un momento en la playa sola escuchando el choque de las olas en la habitación de madera que se levantó sin mi presencia.
Me siento mal, y no se por que, me siento pequeña aunque se que lo soy, me siento destructiva conmigo misma y aventurera, siento la sobredosis de energía que pierdo todos los días al acostarme y ver que no he hecho nada. Dame un abrazo querido amigo para aplacar la pena.

Acordandome de ti... otra vez

Germiname
Fecundame, me embarazaré de odio
Para parir las desgracias
con metralleta acabar casas, gentes, reventar cabezas

Penetra mis dedos, hazlos de color
del que tú quieras
Poséeme y guarda en mis ovarios la pena
tus lágrimas, los gritos que callaste con la almohada en la boca

La soledad que compraste – que cambiaste por un no
Pequeño, sagaz, desdichado,
impotente, culpable, temeroso, tedioso, punzante
que clava, y gotea como caucho la sangre en mi boca

Mi boca, aquella que te gime, que te habla, que te contiene
entra en mi inmensidad, en todo lo húmedo de mis razones
en lo presuroso de mis caderas objeciones
florece en mis ojos y despierta mi despertar con tu otoño eterno

Aniquila mis hormonas
has que paren de sangrar la violencia
las bofetadas, el odio, lo que detesto
el huracán de celos humeante que revienta en mi ombligo
replican la lucha de mi fe y mi razón

Me retuerzo en la ruda de tu cuello
el romero de tu torso
la menta fría de tus tobillos
detenme contenme

Suaviza mi frente
lloraré toda tu melancolía
expulsaré todo lo fecundo que creaste
y dejaste dentro de mí guardado bajo las llaves de mis rodillas.