viernes, 25 de abril de 2008

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Una tarde empleando cosas empleables
Caminando, hablando sola (en eso andamos)
Rabiando
Matar es la fantasía que en cualquier momento realidad promete
Y sin embargo se que los verdugos alerta están a cualquier arranque de pendejería
Están con sus miradas ignorantes pero fijas
Puestas en la espalda que lo transpira

¿Protección le llaman a ese intento sagaz de destruirme?
se internan bajo la piel como una sanguijuela sin compasión
¿No se dieron cuenta de que solo estaba viviendo?
No supieron que hacia cuando con sus intenciones idiotas me sacaron las costras de los
Ojos, creyeron ver la verdad por mi, creyeron saber mas que yo, supieron sentir lo que debía
Y sin embargo me tienen en el suelo pidiendo una humillante clemencia

Las hojas se secaron, solo queda pisarlas a ver si algún otoño es invocado
Mis uñas están podridas, no hay quien pueda ser tocado si no es por su dolor
Y no es el amor lo que daña, por que el es basura por si solo
Es ser decapitada por quienes no conozco
Es el que pongan sus oraciones sin sujeto en mi nombre predicativo
Soy juguete de su tortura, de su diversión, por callar, por confiar,

¡Dejen de manosearme de esa forma tan burda!,
Siento como el olor fétido de sus bocas se desboca en la mía,
Como los dientes afilados del hombre entregado a sus pasiones me asecha.
Por que el hombre se destruye a si mismo, se come, se muerde las pupilas, atropella y disminuye al de al lado queriendo lo que quiere el otro,
¿Y quien esta junto a mi para humillarme?, a quien mataré yo si me pisan las manos y bajo mis pies el acantilado, el mar que me cura y me traga

La traición que me penetra
La boca que entre besos me dio de comer verdades-el único que jamás mintió-jamás engañó por que el es el que siempre importó

Todos, los infames, los que destruyeron mis hombros con palabras necias
ahora ríen tras la puerta que se cae, es que todo es tan perecedero
no creo nada, no quiero escuchar nunca mas nada, no quiero creer
fui su quimera
y la mía

esta traición comunitaria antes de vomitarle la vida
me había dejado estéril y seca, llorando como una niña
por que no puedo controlar lo incontrolable,
por que no puedo seguir guardando en mi pecho su recuerdo,
fue más grande que el cielo estrellado y sin embargo nada de esto se pudo parar.
Es que nadie quiso dejarlo caminar tranquilo y nadie quiso nunca que me hincara para recibir sus pasos perdidos,
me siguen amarrando las manos y a el los pies y la cabeza.

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