sábado, 16 de febrero de 2008

Dos...


Hace tanto tiempo que no escribo que lo siento como algo completamente ajeno a mí, como tú a veces, un sujeto ajeno.
Todos mis cartas se dirigen a alguien a alguien hacia quien vuelan como una hojita de papel y sin embargo jamás llegan a su destino, jamás respetan mis decisiones iniciales porque terminan cediendo a la ultima, a la que les dice que no.
Fíjate que sigo negándome a las reflexiones, al mundo, ahora por que la situación actual siento que se deteriora, siento que me abruma de paso, ya no estoy llena de libros ni del polvo de ellos, ahora tengo a un hombre que se acuesta conmigo, un trabajo que me da un poco de dinero, sueños materiales y un olor a hombre costeño en los brazos. Sospecho un cierto perfume en el cual no estoy incluida y en el cual el no está, será por que no existe o por que aún no veo lo que está frente a mis ojos osados que quieren incesantemente separase del asfalto.
Ahora todo por lo que pude haber sufrido se derrumbó de pronto y a todos aquellos que causaron el sufrimiento del desapego los miro bajo mi estomago, no altaneramente, sino con un cariño casi maternal, digamos fraterno e inusual para quien se acuesta con sus compañeros, acurrucándose en sus manos quizás blancas y de pronto morenas, donde ponen su cabeza en mi espalda o su boca, en la que la amistad priva al “buenos días mi querida señorita” y donde el beso que despide se vuelve amargo y sin sabor luego lento se desvanece con el ajetreo de santiago polvoriento.
Luego los recuerdos de ti con guitarra, de ti con el piano, de ti con las palabras y los cigarros interrumpen mi día lo desquician y me vuelven una enferma esquizofrénica me hacen mujercita y luego poderosa y la verdad es que esto ya no tiene fin por lo que tampoco pide responsabilidades ni amor.

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